cuentos pellícanos

domingo, junio 06, 2004

El peligro

La luna colgaba de la oreja de la noche negra y blanda, suave como viento que carga la arena del desierto, como chocolate fundido extendido sobre el pan. Ella caminaba rápido porque la desaparición de la chica que iba delante de ella cuando se le cayeron los audífonos la había asustado un poco y ahora iba sin mirar hacia atrás porque sabía que no había nadie y eso no le gustaba mucho.

Pronto empezó a ver a tres figuras que se movían hacia ella en dirección contraria. Iban platicando entre ellos y ella los vio con algo de envidia, porque se veían muy seguros de que nada les iba a pasar y ella no estaba tan segura de eso ni de nada.

Luego me vio a mí, desde lejos, primero sin saber si era un hombre o una mujer, sólo era una figura. Luego, mientras se iba acercando, oyó mis bolsillos tintineando, vio mi ropa negra, mi cabeza medio calva y de reojo, casi sin querer, por miedo, vio mi cara de casi cuarenta y siete años. Con ese mismo miedo pensó, mientras me pasaba, qué tal si yo fuera un loco violador. Me pediría que usara condón, quién sabe qué enfermedades podría tener (ella, no yo), argumentaría. Sin embargo, seguramente eso le quitaría mucho de la emoción al asunto para mí.

Pero qué tal si tuviera una pistola y de pronto me volviera loco y le disparara, así por detrás. Sólo porque podría parecerme una buena idea, justo entonces. Ella sentiría el calor en su cuerpo y no sabía muy bien si se pararía ensangrentada a tocar en las puertas pidiendo auxilio o si se rendiría exhausta al sueño que le daría el brote abombado de la sangre. Se preguntaba si le dispararía una o varias veces y si me acercaría a darle el tiro de gracia. Luego se preguntó si moriría pronto y una sensación de angustia y temor inundó su ser y le puso la piel de gallina. Todo por un loco que de repente, en una noche obscura decidía matar a alguien, quién sabe por qué estúpidas razones.

Entonces volteé y le disparé. Un solo disparo en lo alto de la espalda del lado izquierdo. No es que sea yo un tipo violento. Es que a veces la paranoia es tan ofensiva...